Vivimos en una época complicada, y lo que nos está pasando no es novedad. Llevamos medio siglo hablando del calentamiento global, de las características nocivas del plástico, del peligro que significa la pérdida del amazona y el hielo polar, entre otras atrocidades derivadas del estilo de vida de la mayoría. Uno de los problemas más serios de nuestra época es la manera en que construimos y vivimos la ciudad. Se prevé que de aquí al 2050 la población urbana crecerá a 3 mil millones de personas, es decir, un 60% de la población mundial vivirá en ciudades.
Hoy las ciudades están lejos de ser un agente de cambio para los problemas globales, de hecho las ciudades generan gran parte de la contaminación mundial. ¿Qué se debe hacer entonces? ¿Qué debería tener una ciudad para ser inteligente, inclusiva y sustentable?
Lo primero y quizás lo más importante es: Un sistema de transporte limpio e inclusivo
El transporte terrestre de pasajeros y de carga a través de calles, autopistas y carreteras es el que genera una mayor emisión de CO2. Se estima que las emisiones del sector transporte podrían aumentar en alrededor de un 50% para el año 2035 y casi en el doble para el año 2050.
Las políticas públicas son clave para frenar este problema, una de las más importantes es promover el uso de medios de transportes más eficientes y que generen menos emisiones, la bicicleta es protagonista dentro de este paradigma y ha sido un motor de cambio para ciudades como París, Ciudad de México y Londres.
Lo segundo y no menos importante es: Urbanismo y arquitectura verde y sostenible
Estas iniciativas ya dejaron de ser tendencia y se han transformado en una verdadera alternativa para la eficiencia y uso sostenible de los recursos en las ciudades. Una de las herramientas más significativas dentro del diseño de mejores ciudades son los “techos verdes”.
Los techos verdes tienen el potencial de dotar a la ciudad de áreas verdes y sobretodo de huertos.
Además, tienen potencial para reducir nuestra huella hídrica, pudiendo mantener hasta el 90% de agua de lluvias para usos posterior, algo que en regiones cercanas al desierto podría ser increíble.
La tercera herramienta es: generar nuestra propia energía
Sin duda la energía del futuro es la energía limpia, y hasta ahora lo más limpio que tenemos es la energía eólica y solar. Este es un punto que depende netamente de la voluntad política y empresarial, sabemos que hay intereses de por medio entorno a la industria del carbono, y mientras esto no se regularice en pro de las personas, será muy difícil generar electricidad con energías limpias. Pero por el momento hay muchas empresas privadas que brindan paneles solares que pueden calentar el agua, calefaccionar ambientes e incluso encender luces y artefactos de las casas.
Esperemos que este sea el camino para tener ciudades cada vez más amigables y sostenibles en el tiempo, donde podamos respirar bien, comer bien y movernos de la mejor forma. No podemos seguir mirando hacia el lado, es momento de ser el cambio.